No amar es casi un homicidio y no tendría fuerzas para inferir tal golpe a nadie.
La muerte de un hombre en manos de otro era un caso raro, extraordinario, un fenómeno que se salía de lo normal. Se creía que los homicidios existían solamente en las tragedias, en las novelas de criminales y en la sección de sucesos de los periódicos, no en la vida normal y diaria. Y de pronto se produce este salto desde una regularidad apacible e inocente a la sangre y a los gemidos, a la locura general, a la incivilidad de cada día y de cada hora, al homicidio legalizado y exaltado. Probablemente, eso no puede suceder sin consecuencias.
Me parece absurdo que las leyes, que son expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, cometan ellas mismas también uno, ordenando un homicidio público para alejar a los ciudadanos del asesinato.
Sean llevaba dos años en el Departamento de Homicidios, y durante ese período de tiempo, era la persona de la brigada de Whitey Powers que había solicitado más permisos, y eso hacía que Friel aún tuviera sus dudas sobre él. En ese momento le miraba sopesando si sería capaz de encargarse del caso: habían asesinado a una chica en su parque.
En nochebuena todo el mundo discute, la mayoría solloza, una parte se divorcia, algunos se suicidan. Y una parte diminuta, suficiente para hacer que la policía vaya de cabeza, mata.
El lenguaje político... Está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable.
El hizo un enorme sacrificio para protegerlas. Un sacrificio desproporcionado, irracional e inimaginable para gente normal como usted o como yo. Tal vez desde el mismo momento en que se produjo el homicidio estaba ya dispuesto a entregarse por ustedes si, en el peor de los casos, la situación lo requería. Todo su plan fue elaborado tomando esa opción como premisa. Dicho a la inversa, esa premisa era lo único que no podía permitir que se desmoronara.
Mientras regresaba a pie a la ciudad de Shiloh, Priest se sorprendió a sí mismo pensando obsesivamente en el homicidio: en el modo en que la llave inglesa se hundió en la blanda masa encefálica de Mario, en la expresión del rostro del hombre, en la sangre goteando sobre el estribo. Aquello no era bueno. Debía mantenerse tranquilo y alerta.
¿No te parece interesante que hubiera varios homicidios sin resolver y de una naturaleza similar hace cincuenta años?
Sea cual fuere el motivo, todo homicidio y todo atentado contra una persona es un crimen contra toda la humanidad.
El asesino había tenido la sangre fría de quedarse un buen rato en el apartamento para registrar cada habitación, incluido el baño. A juzgar por el estado del apartamento, la búsqueda había sido rabiosa y sumaria.
¿Quiere mi opinión? -dijo ella, y se encogió de hombros-. Bueno, de lo que estoy segura es que no nos enfrentamos con un asocial que actúa de forma desorganizada. Es un asesino astuto, metódico y calculador, para el que el homicidio es un fin en sí mismo. Lo cual de por sí ya es muy poco usual. La lujuria es el motor de la mayor parte de los asesinatos en serie. Pero la única motivación de nuestro hombre es que entiende esos asesinatos como una misión. Eso significa que aparentemente no tiene puntos débiles, lo cual lo hace extremadamente peligroso.
(...) Necesitaba un buen detective de homicidios. No un nazi con un hacha antisemita.
Mi futura suegra escupía veneno. Sus ímpetus llevaban un ritmo mental sumamente curioso, pues oscilaban entre el homicidio compuesto y el asesinato triple. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñaladas con los ojos.
En el Gremio de Asesinos, la promoción se efectuaba mediante examen competitivo, y la práctica era la asignatura más importante. Para ser exactos, la única.
Un asesino podía verse obligado a llegar hasta el candidato a la inhumación abriéndose paso por entre una considerable cantidad de guardaespaldas pagados para que se mantuvieran alerta y con los ojos lo más abiertos posible, e incluirlos en la inhumación se consideraba una grave falta de cortesía.