Yo nunca tuve la intención de convertirme en profesor, pero cuando hacía el servicio militar en Valencia tuve la oportunidad de incorporarme como ayudante a la cátedra de Literatura Española, ya que tenía una tesis de licenciatura y una tesis doctoral en marcha y muy buen expediente, lo que me permitía ganar un dinero (poco, pero menos era nada) y conseguir permisos para salir del cuartel. De esa circunstancia, absolutamente coyuntural, derivó mi trabajo posterior. No me quejo, porque me gusta lo que hago, pero de ahí a hablar de "vocación" como muchos hacen, hay un abismo. Es como en la poesía. A veces surge una melodía, una frase y sin saber por qué, se desarrolla hasta convertirse en un libro; otras veces, igual que nace, el impulso muere. Ese no saber nunca de dónde surge todo ni por dónde va a salir impide que la vida se programe con antelación y eso siempre me ha atraído.